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Amancio en línea

Nunca es tarde, si....

Para María Iralda Montejo Montejo nacida un 2 de noviembre de 1932 y Alfredo Villa Pérez quien viniera al mundo el 5 de mayo de 1918, contar hoy con 77 y 92 años de edad respectivamente, no constituye un problema, ni mucho menos un impedimento para decidir unir sus vidas para siempre.

Este acontecimiento, catalogado como algo   extraordinario, pero no por ello fuera de lo normal, ocurrió en el Hogar de Ancianos localizado en el reparto  El Batey en el municipio de Amancio, lugar donde reciben cuidados especiales estos dos veteranos, junto a otros de su misma condición, quienes a pesar de convivir con algunas limitaciones físicas optan día a día por darle color a la vida y hacerla más llevadera en conjunto.

Y es que la celebración estas nupcias está considerada  entre los tratamientos grupales e individuales, dirigidos a controlar estados de ánimos descompensados, para lo cual es recomendable aplicar terapias ocupacionales, psicoterapia individual, apoyo psicológico y otros que vayan a favor de un mayor bienestar de estas personas de la tercera edad, a las que el estado cubano y principalmente el equipo especializado que allí labora, brinda total apoyo.

Aunque el haber contraído matrimonio entre María Iralda y Alfredo sea considerado por muchos como un hecho ficticio, si se puede asegurar que su vida dio un giro a favor de la felicidad, en busca de caminos colmados de satisfacciones y alegrías que conduzcan a elevar la  calidad de vida de estos dos abuelitos, quienes con su cabello plateado por el paso de los años, aún mantienen una excepcional esperanza de vida, solo comparada con la de los países de un primer mundo.

Entre bailes, canciones, tratamientos y un intenso programa de actividades pasan sus días los abuelitos del Hogar de Ancianos de El Batey, en Amancio, quienes apostan por un mundo mejor y desde su humilde  palacio,  agradecen por todo lo que hoy disfrutan, al Comandante Fidel,  a Raúl y a los que hicieron y hacen posible mantener la obra de la Revolución.

Acumular juventud es símbolo de dedicación, respeto, cariño y admiración, y solo puede ser recompensada proporcionándoles felicidad,  mayor esperanza de vida, y siempre que sea posible que esta lleve impreso el sello del amor, pues siempre hay que tener presente que nunca será tarde, si la dicha es buena.

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